Dando la nota… ¡de color!

El graffiti de Boa Mistura trae al Centro de Servicios Sociales una propuesta apasionada con la que contribuye al desarrollo de un proyecto social en Nairobi
Silvia Pereira - 14/10/2015

Aspecto actual del Centro de Servicios Sociales tras la intervención de Boa Mistura.

 

El grupo graffitero Boa Mistura ha puesto su nota de color en La Chana. La fachada del Centro de Servicios Sociales luce con una propuesta apasionada de color y se une así a las obras que estos jóvenes artistas madrileños llevan a distintos países como una fórmula cultural integradora. Comenzaron a pintar a los doce años y ahora son conscientes de la evolución de sus proyectos.  “Tenemos un altavoz muy potente y un espacio que es de todos y se trata de hacer ciudad, por eso hay que canalizar esa energía”, asegura uno de sus miembros.

-¿Quiénes han estado en esta intervención? 

Parte del colectivo Boa Mistura y de los asistentes que tenemos a día de hoy, los dos Pablos, Javi, Juan, Diego y Julio, somos una familia ya.

-Me consta que en el grupo hay artistas destacados del país…

Sí, llevamos cinco años trabajando juntos y eso ha hecho que tengamos un volumen de trabajo muy grande y por lo tanto que se nos conozca. Al final lo que te hace trabajar en la calle es que eres un escaparate enorme y cuanto más haces, más visibilidad tienes.

 -¿Puede nacer el graffiti en un estudio?

Componentes del grupo Boa Mistura.

Componentes del grupo Boa Mistura.

Como Boa Mistura, tenemos nuestro propio estudio, que hace las veces de campamento base, donde al final vas dando forma gestando, creando y luego se pinta en la calle. Al final es un proceso, porque el momento de pintar es la punta de un iceberg, de un montón de conversaciones, reuniones, brainstores, de propuestas hasta que das con lo que al final quieres hacer. Todo lo desarrollamos en el estudio que tenemos en el centro de Madrid, además de almacén, tasca y a veces discoteca. ( risas)

– ¿Cómo nace Boa?

Como cinco amigos que se juntan en un barrio, a las afueras de Madrid, a pintar graffiti. Pintábamos individualmente cada uno, de un modo más inmaduro, el que haces con doce, trece o catorce años. De ahí nació una amistad porque nos llevábamos bien, congeniamos y conectamos como un grupo de seres humanos que, a día de hoy, somos como hermanos. Fue algo circunstancial, en ningún momento planificamos en una mesa que íbamos a ser Boa Mistura. Empieza como un hobby y cada vez vas haciendo más, porque es como verdaderamente disfrutas. En vez de formar un equipo de fútbol, nosotros nos juntamos para pintar y ya en 2010, terminadas las formaciones académicas, los cinco dimos el paso y convertimos el hobby que teníamos profesionalizado en una dedicación al cien por cien. Es cuando más hemos notado el crecimiento del colectivo artísticamente, en el volumen de proyectos y en la madurez de los mismos.

-¿Esta intervención del Centro Municipal de Servicios Sociales de la Chana es para apoyar a otra barriada de Nairobi?

Es un proyecto que hacemos con Renault, con Clío. Ellos nos dieron un coche que pintamos en una plaza en Madrid y viajamos por España con él haciendo intervenciones en las diferentes ciudades. Al final de este tour a mediados de noviembre, se subastará y con lo recaudado, haremos un proyecto social en Kibera, un barrio de Nairobi.

-P. Kenia, Brasil, Sudáfrica, Colombia… ¿Boa Mistura no tiene fronteras, acude adonde le llaman?

Sí, hemos tenido la fortuna de que además de vivir de nuestro hobby, nos ha permitido recorrer mucho mundo, haciendo lo que más nos gusta. En Brasil hemos estado viviendo en una favela con una familia. Hicimos una intervención de arte en la calle, involucrando a los vecinos y haciendo algo que creemos que es importante, como una herramienta de cambio porque al final, cuando pintas en la calle, estás trabajando para todo el mundo. Lo más bonito que tiene es eso, que sea para todos y que no segregue al público. Lo va a ver desde el que se interesa por el arte hasta el que no. Y no se sabe si alguien que nunca ha pensado en ello le puede inspirar. Esto lo aprendimos en Sudáfrica, donde estuvimos viviendo en Ciudad del Cabo, en un barrio marginal y nos decían: “quién sabe si cualquiera de estos niños que hay aquí va a ser el próximo Mandela que salga y qué es lo que le va a inspirar serlo, igual es lo que les hayan venido a enseñar ustedes”. De alguna manera sentimos que tenemos esa responsabilidad.

Herramienta de transformación

¿En qué lugar se acepta mejor el graffiti?

En las comunidades más carentes es donde mejor se recibe nuestro trabajo. Son comunidades a las que la ciudad les da la espalda y en ellas no ocurre nada que agite, inspire o genere un cambio, son comunidades muy estancadas en las que las problemáticas que hay son las del día a día y se pasa de padres a hijos porque no hay nada que en un momento dado cambie eso. No quiere decir que nosotros hayamos cambiado la realidad de un barrio entero, pero si se nota que en un círculo pequeño dentro del barrio, se genera un cambio; que llegan cinco tíos de otro lado del mundo, a un barrio en el que a priori, no hay nada que interese, ya genera un cortocircuito en los ciudadanos y en los vecinos y además cuando haces algo positivo por la comunidad les involucramos a cambiar el lugar donde viven. Nuestro trabajo es muy bien recibido. En España, poco a poco, también vemos una apertura a este tipo de intervenciones en la calle.

-¿Se echan de menos las salidas clandestinas de los comienzos?

Claro, cuando teníamos de doce a catorce años no teníamos las mismas inquietudes ni la misma voluntad que tenemos ahora. Nunca hemos sido graffiteros destructivos, es decir, desde bien jovencitos nos gustaba hacer cosas elaboradas, que aportaran. De hecho, a día de hoy, seguimos trabajando de forma ilegal muchas veces, pero con la mentalidad en construir más que de destruir.

¿Algo para decirle a los graffiteros del barrio, alguna recomendación?

Más que un consejo, que no dejen de inspirarse y de lanzar ese grito que es el trabajar en la calle, que lo canalicen. El graffitero trabaja en la calle, es una persona con mucha energía dentro y mucha voluntad, porque está saliendo a horas intempestivas, estás apostando tu tiempo, tu dinero, haciendo un motón de cosas porque tienes que gritar algo. Tenemos un altavoz muy potente y un espacio que es de todos y se trata de hacer ciudad, por eso hay que canalizar esa energía.

¿Si nombro a Raúl, El Niño de las Pinturas?

¡Raúl es un estandarte!

¿Qué ha supuesto para el graffitero el salto que ha dado desde el muro a las salas de subastas?

Yo lo veo fenomenal. Al final ¡que mejor que poder vivir de tu hobby!. Lo mejor es olvidarse de las etiquetas, es verdad que existe la crítica. A nosotros, a Raúl, seguramente nos dirán que hacemos un graffiti más tradicional y pueden llegar a criticarnos y nos acusarán de que esto no es graffiti. Sí, de acuerdo. Yo hago lo que siento y se trata de evolucionar, madurar, de no quedarse anclado. También nos encontramos con un movimiento muy joven. El graffiti, arte urbano, intervención urbana, como se le empieza a llamar, es algo que está pasando ahora y creo que es normal que pase esto.

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