La figura de Miguel Sánchez Santiago, conocido en la Chana como ‘el practicante’ no puede separarse de un balón. Más allá de ejercer su profesión, en un momento en el que la Sanidad no estaba tan bien planificada, y correr de domicilio en domicilio a cualquier hora del día o de la noche para mejorar la salud de sus vecinos, Miguel evitó que otros cayeran en malos hábitos que podrían llevarse por delante su juventud y su vida. Con sus propias manos y el pago, de su bolsillo, de camiones de arena, logró recuperar un antiguo solar abandonado, muy cerca de donde hoy se ubica el Polideportivo de la Chana, y convertirlo en lo más parecido a un campo de fútbol. Y si él ponía el dinero para los camiones y los bocadillos, su mujer lavaba las equipaciones mientras se quejaba por la cantidad de tierra que dejaban en la lavadora. En reconocimiento a su esfuerzo y su iniciativa, el Ayuntamiento de Granada pondrá su nombre al polideportivo del barrio para recordar que, gracias al trabajo de ‘el practicante’ muchos jóvenes no entraron en el degradante mundo de las drogas que, en la década de los 80, hacía estragos en la Chana y en cualquier barrio de cualquier ciudad española. Miguel Sánchez, que hoy tiene ya ochenta y cuatro años, ha recordado con Chana Press aquella época y exclama, ¡cuánto hemos pasado!.
-¿Cómo se anima a trabajar con los chavales del barrio y en qué año fue?
-Fue entre 1976 y 1980 más o menos. Todo empezó porque mi mujer llevaba a mi hijo de la mano a todas partes porque no le gustaba dejarlo solo. Un día me dijo que al niño se lo llevaba Miguel Álvarez a jugar al fútbol detrás de la Venta Zurita y tenían que atravesar la carretera. Yo en esa época no podía ocuparme porque trabajaba en el ambulatorio del Zaidín y además tenía mi propia consulta por lo que disponía de poco tiempo. Un sábado fui a verlos jugar y ya me perdí. Me pegué a ellos y ahí empezó todo.
-¿Y lo del campo de fútbol, como se le ocurrió?
-Recuerdo que había unos terrenos que habían estado sembrados de patatas por lo que estaban llenos de grandes surcos. Para intentar nivelar un poco el terreno, los chiquillos traían cubos de agua que echábamos y así empezamos a hacer el campo de fútbol.
-¿De quién era la parcela?
Un día pregunté por el encargado de aquello y me lo dijeron, entonces lo busqué y le dije que no quería la tierra para mí sino para que los chiquillos, en vez de atravesar la carretera de Málaga para ir a Granada 74, que era un peligro, pudieran estar en la Chana. Y aquel hombre me los cedió.
-¿Esto sería un alivio para usted?
-Claro, ya empecé con los críos a quitar los escalones y con los cubos de agua que traían de algunas fincas de por allí empezamos a allanar aquello un poco. Había una peña de futbolistas que eran albañiles y también nos ayudaron. Tampoco se podía decir que fuera un campo de futbol con sus medidas reglamentarias pero era lo justo para que los chavales pudieran jugar.
¿Participaron más vecinos para arreglar la parcela?
-No, allí eran los niños. Algunos tenían 10 ó12 años pero los demás tenían 6 ó 7 añillos, pero lo bonito de aquello era la espontaneidad porque los niños del barrio, casi sin noticias, se fueron uniendo entre ellos y cada vez iban más. Los padres se acercaban para pedir permiso y aquello para mí fue una cosa asombrosa.
¿Dejaban con usted los niños confiados?
-Yo llevaba ya muchos años en el barrio y me conocían por mi trabajo. Las madres sabían perfectamente con quién dejaban a sus hijos e incluso, algunas querían dejármelos aún más pequeños pero yo dije que la edad mínima para participar era de seis años. A Paco Cuenca, el actual alcalde, le llevaba yo de la mano cuando tenía seis añitos para ir a jugar.
-¿Los chavales después del colegio se iban a sacar piedras?
-Si por las tardes nos íbamos allí a arreglar aquello.
-¿Cuánto se tardó en acondicionar aquella parcela?
-No me acuerdo bien pero mucho, mucho tiempo. Hay que pensar en que la mano de obra casi toda era infantil y sólo contábamos con la ayuda de los albañiles que se prestaron a colaborar.
¿Cómo fue lo de constituir el equipo?
-El equipo ya estaba funcionando sin terminar el campo lo que pasaba es que teníamos que ir a jugar a Granada 74 y era un peligro atravesar la carretera. No había tanto tráfico pero estaba también la vía del tren, aunque esta la pasábamos por debajo. El club lo fundó Miguel Álvarez y se llamaba Atlético Estrella, porque Estrella se llamaba la calle donde él vivía.
¿Llegó usted a ser presidente del club?
-No quise ser presidente, fui secretario pero porque no había otro, no me gustaba tener cargos. Mi interés era hacer lo que fuera por el bien de los niños. Fui secretario poco tiempo y más bien a intervalos. Yo me ponía cuando no había otro. Prefería ayudar y estar siempre con los niños. Les entrenaba y hasta cosía los balones que nos hacían los presos de la cárcel. Eran unos balones buenísimos de cuero pero claro, al ser un terreno tan malo de arena y barro, se descosían con mucha facilidad y había que arreglarlos. Al principio se los llevaba a un zapatero pero un día llegué y no los había terminado. Entonces me fijé cómo los cosía y dije “¡Pues te has perdido, porque ya los coso yo”. Y así lo hice.
¿Cuánto tiempo estuvieron jugando en esas condiciones? ¿ El campo tuvo mejoras?
-Sí, lo fuimos mejorando los niños y yo con la ayuda de los albañiles, poco a poco. Hubo que echar camiones de arena ya que al ser de tierra y barro, era imposible jugar. Esos camiones los pagaba yo. Económicamente, no me ayudó nadie más.
– ¿Cuándo llegaron las porterías y las equipaciones?
– Para las equipaciones conté con la ayuda de mi hermano, Antonio Sánchez, que era presidente de un equipo de fútbol del Albaicín y me dio las camisetas para los chiquillos. Al tener las porterías se empieza a funcionar mejor. Las quitábamos y las volvíamos a colocar para los partidos y los entrenamientos. Pero, a veces, un pastor que había en los alrededores llevaba al rebaño por el medio del campo y lo destrozaban todo. Cuando esto ocurría, teníamos que volver a limpiar todo. Hemos pasado mucho.
– El equipo ha conservado su nombre…
-Sí, sigue llamándose igual. Incluso, llegamos a federarnos y los fines de semana se disputaban allí partidos juveniles. Para los oficiales teníamos que seguir yendo al Granada 74.
-¿Fue el primer equipo de fútbol de la Chana?
–Había dos equipos, el Atlético Estrellas y el Chana. Anteriormente a estos, había otro equipo de jóvenes que se unían para jugar porque era o heroína o fútbol. En los años ochenta había mucho peligro y por mi profesión tenía que estar muchas horas en la calle y me daba cuenta de lo que estaba pasando. No tenían un sitio donde reunirse y había que buscar una alternativa para que la juventud del barrio se apartara de otras cosas. Los niños se iban al descampado a jugar, compartían espacios donde se encontraban con jeringuillas y había que estar siempre alerta. Me ocupaba lo que podía de la gente joven y algunas otras personas también se unieron para ayudar. Los entretenía induciéndolos al juego.
– ¿Qué es lo más le gusta recordar de esa época?
– Mi preocupación porque los niños estuvieran ocupados.
-¿Qué le parece que se haya decidido poner su nombre al Polideportivo?
–No sé, cuando me lo dijeron no entendí mucho el motivo porque yo todo lo hacía porque me gustaba. Aunque, claro, por supuesto me ha gustado y lo agradezco. ¡Cómo no! Pero, todo esto lo ha hecho Paco Cuenca. Conozco a esta familia desde hace muchos años, una familia muy buena a la que yo atendía como practicante y en esa época el tener esta profesión conllevaba estar de día o de noche en casa de la gente. ¡Lo que hemos pasado!
Que recuerdos y cuanta buena gente paso por ese equipo, desde jugadores,padres y sinpatizantes.
Me alegro mucho de que le hagan este reconocimiento a Miguel ,pues se lo merece ,mis hijos también estuvieron con el
Mi vecino mi practicante y una familia muy buena los que hemos vivido en su mismo portal y su misma planta lo hemos querido y lo seguiremos queriendo muy buena gente y mejor persona y me conoce desde que era un niño
El equipo que jugaba en el descampado de detrás de la venta Zurita era el atlético Norte (o algo así). Allí empezó Miguel Álvarez (“Migue”) como entrenador. Se fue y fundó el Atlético Estrellas con un puñado de chavales, entre los que me encontraba. Miguel “el practicante” estuvo implicado desde el principio. Como él dice, empezó porque su hijo Antonio jugaba (y muy bien, por cierto).