Brecha salarial, acoso laboral, masculinización de la información… motivos para celebrar el 8 de marzo
Acabar con la brecha salarial, con la desigualdad entre hombres y mujeres también endémica en la profesión del periodismo, romper con la visión masculina de las informaciones, con el “techo de cristal” en la promoción o la precariedad laboral …
Las mujeres periodistas sufrimos el mismo machismo que las mujeres del resto de sectores –precariedad, inseguridad laboral, brecha salarial, “techo de cristal”, “suelo pegajoso”, acoso sexual o ninguneos– pero con las particularidades asociadas a nuestra profesión. Somos conscientes de la relevancia social de nuestro trabajo y, por eso, mostramos también nuestra preocupación por la visión parcial de la realidad que tantas veces ofrecen los medios y en la que falta la presencia y aportaciones de las mujeres. El feminismo también es necesario para mejorar el periodismo.
Por eso, en este 8 de marzo exigimos a los medios de comunicación y empresas periodísticas que tengan en cuenta nuestras reivindicaciones:
- La brecha salarial es una realidad en nuestro sector. Exigimos a las empresas transparencia salarial y una revisión de categorías, complementos y criterios profesionales que permitan acabar con ella.
- “Techo de cristal”*. Las direcciones de los medios y empresas periodísticas están copadas por hombres. Reivindicamos nuestro derecho a ocupar puestos de poder y responsabilidad y a que se nos tenga en cuenta en las promociones profesionales para puestos intermedios……Aunque la realidad precaria de las periodistas tiene más relación con el “suelo pegajoso”* que con ocupar cargos de responsabilidad…..
- Sufrimos niveles de temporalidad superiores a los de nuestros compañeros. De la misma manera denunciamos la inestabilidad laboral de las compañeras freelance y de las falsas autónomas, una situación de precariedad que se ha hecho habitual en los últimos años.
- Corresponsabilidad y cuidados. Denunciamos que las dinámicas de trabajo priorizan el presentismo y la libre disposición y son ajenas a las necesidades de cuidado que tienen todas las personas. Creemos que la corresponsabilidad y la flexibilidad no deben ser un asunto de buena voluntad sino una prioridad que las empresas deben asumir para que estas tareas se repartan por igual entre mujeres y hombres. Como en otros sectores, una ausencia de conciliación real perjudica más a las mujeres, que acaban modificando o recortando sus horarios para poder cuidar e incluso abandonando su empleo o cambiando de profesión.
- Acoso sexual y laboral. Son muchas las periodistas que han sufrido por parte de compañeros y superiores y también de fuentes situaciones de acoso sexual, de ninguneo, de paternalismo. Como profesionales de la comunicación sufrimos acoso digital, además de comentarios violentos y machistas.
- Mirada parcial y preocupación por los enfoques. Todas estas brechas que sufrimos las periodistas tienen consecuencias, también en los contenidos y en los enfoques de los medios de comunicación. La visión de la realidad que transmiten es muchas veces parcial y está sesgada porque no tiene en cuenta en la misma medida las experiencias, los relatos y las vivencias de las mujeres que, a menudo, son tratadas como personajes secundarios o con estereotipos. Un ejemplo es el tratamiento de la violencia machista, que en muchas ocasiones sigue culpabilizando a la víctima. Las primeras páginas, las aperturas de medios e informativos son decididas por hombres.
El periodismo es a veces un oficio peligroso. Pero ser mujer y periodista a menudo significa correr un doble riesgo: a los peligros inherentes a la profesión se suma el de exponerse a agresiones sexuales o sexistas. Basado en una encuesta realizada por RSF a nivel mundial, el informe de investigación “El periodismo frente al sexismo” revela el alcance de esta realidad: 40 países fueron señalados como peligrosos e incluso muy peligrosos para las compañeras.
En la actualidad, internet se ha convertido en el lugar más peligroso para las periodistas que reciben a menudo amenazas de violencia en las redes sociales, agresiones e intimidaciones sexistas y sexuales. Después de internet, el lugar de trabajo sigue como un entorno “en el que se han cometido agresiones sexistas”. Esta observación se ha visto reforzada por la difusión del movimiento #MeToo en todo el mundo, además de por el hecho de que, en ocasiones, las periodistas han sido las primeras en atreverse a denunciar casos de agresión o acoso sexual, como ha ocurrido en Estados Unidos, Japón o la India. Es inadmisible que las mujeres periodistas estemos sometidas a mayores riesgos y que tengamos que defendernos en un frente adicional que se encuentra fuera de la redacción.
Entre las periodistas, aquellas especializadas en derechos de la mujer y las que se ocupan de la información deportiva o política destacan como particularmente vulnerables a las agresiones. El impacto que estas agresiones tienen en el periodismo y el trauma sufrido conducen a veces al silencio y ello reduce el pluralismo de la información. Más allá del estrés, la ansiedad y el miedo, la violencia sexista y sexual lleva a las periodistas a cerrar -de manera temporal e o incluso permanente- sus cuentas en las redes sociales, y también las conduce a la autocensura. La propia UNESCO ha reconocido que “las periodistas se ven enfrentadas a altos niveles de violencia por razón de género: estigmatización, discurso de odio sexista, trolling, agresión física, violación e, incluso, asesinato. Las mujeres periodistas y trabajadoras de los medios de comunicación a nivel mundial enfrentan crecientes ataques fuera de línea y en línea y son objeto de amenazas desproporcionadas y específicas. La violencia por razón de género a la que están expuestas abarca la estigmatización, el discurso de odio sexista, el trolling, la agresión física, la violación e, incluso, el asesinato”.
Yolanda Alba, Secretaria de Igualdad del Sindicato de Periodistas de Madrid (SPM) integrado junto con el Sindicato de Periodistas de Andalucía (SPA) en la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP).






