Si en una semana no hay contestación por parte de Fomento y ADIF, el Ayuntamiento de Granada y la Marea Amarilla retomarán, esta vez juntos, las movilizaciones para exigir el fin del aislamiento ferroviario de Granada y el cumplimiento del proyecto que contemplaba la llegada de la alta velocidad soterrada a su entrada a la ciudad. Esta ha sido la principal conclusión de la reunión celebrada ayer, casi hasta las 10 de la noche, entre el alcalde de Granada, Francisco Cuenca, y los representantes de la Marea Amarilla en la sala de comisiones del Ayuntamiento situada frente al Salón de Plenos del que, en varias ocasiones, los vecinos de la Chana y Rosaleda han sido desalojados por reclamar el soterramiento del AVE. Anoche, un clima distinto presidía la reunión aunque la Marea Amarilla ya sólo busca hechos y no promesas.
“Este equipo de Gobierno va a estar en todas las reivindicaciones de la Marea Amarilla”, sentenciaba Francisco Cuenca tras escuchar a todos los representantes de los colectivos integrados en la Plataforma. “El miércoles estaré en Madrid e intentaré hablar con algún representante de ADIF” adelantaba el alcalde “y vamos a intentar recopilar desde el Ayuntamiento toda la información posible sobre el estado de las obras”, explicaba Cuenca quien afirmaba además que la voluntad del nuevo Gobierno local “no es negociar sino exigir que se cumpla lo que se acordó para Granada porque aquí nos han estado engañando y algunos se han dejado engañar”.
Pero la cuestión no se sitúa ya en determinar quién es más mentiroso o quién es más cándido. La Marea Amarilla, a la que cada vez se suman más colectivos, lo tiene claro y está dispuesta a llenar autobuses para plantarse en Madrid con su grito de guerra ‘AVE soterrado sí o sí’. Hasta el propio alcalde aseguró que se subiría a uno de esos autobuses si no hay un compromiso claro con la conexión ferroviaria de Granada. Pero antes se mostró favorable a sumar más voluntades y arrancar también el compromiso de la Junta de Andalucía y la Diputación de Granada, todas del mismo color político que el Ayuntamiento de la capital, un frente común socialista que tendrá que vérselas con el próximo gobierno estatal que salga de las urnas el 26 de junio.
Y mientras los vecinos de la Chana, Bobadilla, Rosaleda y Pajaritos, que entienden menos de la elasticidad de la política pero mucho más de la dureza de los muros de hormigón que tienen frente a sus casas, se mostraban rotundos y adelantaban a Francisco Cuenca que en la última asamblea celebrada se han aprobado nuevas movilizaciones. José Fernández Ocaña, presidente de la Asociación de Vecinos de la Chana, jugaba menos con la dialéctica pero se expresaba con claridad, “tenemos que acordar un plan de acción ya, sabemos que vamos a contar con vosotros pero tenemos que hacer algo más” apremiaba al alcalde. Sentado frente a él, el representante de la Plataforma Ave Soterrado Sí, pero no Así de Loja apuntaba además que la situación en esta localidad es preocupante por la posible contaminación de uno de los acuíferos más grandes de Andalucía. Juan Raya, responsable del Ateneo de Granada reclamaba la creación de una comisión mixta con ADIF para hablar claro porque “no se puede cambiar prisa por calidad, así no se ha hecho en ningún sitio y aquí sí porque Granada se calla”.
Recuperar la conexión
La lucha que la Marea Amarilla mantiene desde hace ya muchos meses no se entiende por una parte de la población de Granada que considera que la reivindicación de unos vecinos incide negativamente en el desarrollo de las obras. Este aspecto, que preocupa mucho a los representantes de esta plataforma, necesita “pedagogía y didáctica” según el alcalde porque la escasa información con la que cuenta la ciudadanía sobre el proyecto y los plazos del AVE ha confundido a los granadinos. Lo cierto es que, a estas alturas de la película de terror en la que se ha convertido el nuevo trazado ferroviario en Granada, nadie sabe muy bien en qué punto se encuentran las obras. Mientras en Granada los muros de hormigón a ambos lados de las vías a su entrada en la ciudad avanzan con rapidez, las obras en Loja están paradas. Con ello se ha conseguido transmitir a la sociedad granadina que la llegada del tren es inminente y que son las protestas de un grupo de vecinos, directamente afectados, las que están ralentizando la llegada del tren, pero nada más lejos de la realidad. Es obvio que sin un trazado completo culminado, el ferrocarril no puede circular. Y esto está lejos, ni siquiera hay plazos fijados y los representantes públicos del Gobierno de Madrid que se han paseado por Granada para inspeccionar las obras van alargando las fechas sin encontrar una de su agrado.
Tanto Francisco Cuenca como los colectivos que integran la Marea acordaron exigir el restablecimiento inmediato de la conexión ferroviaria convencional mientras se alcanza un acuerdo para la llegada del AVE porque las infraestructuras para ello lo permiten.
